Tuesday, November 28, 2006

Correspondencia desde una Punta a la Otra


Aca les paso un fragmento de una conversacion con uno de mis mas entranables amigos. El que consiguio llevarme silenciosamente por el sendero de las letras, aunque me esfuerze y no lo logre. A pesar de la distancia y de que extrano nuestras conversaciones limadas en alguna callecita perdida de Olivos, es bueno saber que seguimos siendo los mismos perdidos de siempres.

Pura improvisacion, o estado vegetal de la mente...


:::: Este NO soy yô :::: says:

lo importante es permitir el vuelo interno... estamos rodeados de ancla y nos temen...

:::: Este NO soy yô :::: says:

pero hay que cagarse, en todo....

:::: Este NO soy yô :::: says:
pero bien...

Sal Paradise says:

si, nos temen los perezosos y los que susurran porquerias en la oscuridad

:::: Este NO soy yô :::: says:

hay un asco de ideas volando como basura muerta de martes en la noche por las calles. Yo la miro, la piso y tengo miedo que me manche, prendo un pucho y apunto a la avenida, que cagar....

Sal Paradise says:

pero no tires esa colilla, que se vuela con el viento para terminar reposando tranquila, sobre la rodilla de un fiel fauno deletreando sopas de letras con una pequena y ansiosa hada madrina

:::: Este NO soy yô :::: says:
alquitran que no da... Diez dìas de choto... punto final y coma a la izquierda.
quien soy?, me pregunto, mientras miro un cuadro en blanco...

Sal Paradise says:
no te asustes en llenar algo en blanco, solo un pincel y un balde de alquitran es suficiente para crear algo que una persona en el futuro dira: esto es POP!

murmullos en la carretera,
te das vuelta
y te preguntas
quien es el que silba

recorres las lineas pintadas
y apoyas tu culo
sobre el siempre
termico asfalto

:::: Este NO soy yô :::: says:
Y no estàs solo
estàs en tu tierra
que es aquella
que reposa bajo tus pies
y està el aire de mar
como recuerdo
y alguna sonrisa
que jamàs vas a volver a ver

Sal Paradise says:
no consigo despedirme de los angeles
quienes imploran que desangre
un mar de dudas
y de naufragios
mi alma estara tranquila
el dia que repose suavemente
sobre la fina hierba dorada
de un campo de trigo
entonces me levantare para seguir
donde los caminos
vierten sus eternos lazos
y terminar reposando
en una aldea de perdedores
que no pierden nada

Friday, November 24, 2006

Journey to Africa's Gate

Acá les dejo una parte de un relato que escribí el año pasado y que fue publicado por una serie de paginas de Internet de viajes. Si quieren leer el texto completo y ver algunas fotos que saqué pueden ir a:

http://www.realtraveladventures.com/August2006/journey_to_africa_s_gate.htm

Espero que lo disfruten...


"The journey took us into the heart of the Riff Mountains, the road was twisty and in bad condition. Paul McCartney's acid interpretation in 'You never give me your money' from Abbey Road sounded from the CD player, whilst we encountered people running beside the road waving their hands offering us big packets of what we later found out from a local guy was hashish, a common thing to do in that region.

We found a very cheap hotel in the ville nouvelle, left our backpacks in the room and wondered down to the medina. When we entered the medina a completely new world appeared before our eyes. People stared at us with such intensity we felt like we were people running away from a mental institution. I gotta tell you that we never felt that watched before, we were starting to wonder when they last saw foreign people.

Chauen´s medina is small and quiet, houses and stairs are dyed with soft blues and cream colours giving a sensation of coolness and cleanliness. You just have to let go of everything else and get lost in the hundred of tiny narrow streets, trying no to bump on beggars sitting on the floor and street dealers offering you hash or marijuana. You have to answer politely but firmly and they won't bother you any more. If you pass by any house-shop you will get the inevitable offer of visiting: 'Please feel free to look around and touch, there is no need to buy, try it!'

The real thing is that you feel terrible entering their houses and not buying anything at all, all quality products and everything so beautifully on display. They even offer you tea or coffee. But you always end up feeling guilty because you wasted his time. During the next days we began to understand that it was all part of the game, so we relaxed and enjoyed.

We decided to stop to have a mint tea in a typical coffee place, where woman are not allow to enter, when something incredible happened. For the first time, we heard the chants to call the people to prayer, coming from the speakers from one of the many mosques. It felt like time stopped and we were special guests in an Indiana Jones movie. The first stage in this amazing trip was as good as it gets. We went to sleep and woke up early the next morning to go to our next stop."

Thursday, November 23, 2006

Debajo de la Cima


No tengo dudas acerca de mi a cada ratos alienación social. Es bastante normal que llegue al punto de querer desaparecer y meter la cabeza dentro de un agujero, con la esperanza de caer en un mundo "Maravilloso" con criaturas especiales que me guíen por lugares que no conozco. No lo busco de esa manera, nunca tuve problemas en conocer gente nueva y empaparme de su conocimiento. Soy un observador de profesión y un curioso de la ostia. Pero hay momentos en lo que no me siento completamente social, y me transformo en una especie de ermitaño que encuentra su lugar en el mundo en un rinconcito virgen, alejado del resto.

Viajé mucho tiempo solo. Me gusta el desafió de llegar a un paraje desconocido desconociendo lo conocido. Me gusta caminar entre miles de personas y que nadie sepa nada de mí. Me gusta sentir el roce de la gente, la sensación de ser parte de una sociedad X pero al mismo tiempo no involucrarme en ella. Si camino por una calle transitada, trato de mirar a toda la gente que pueda a los ojos. Buscarles en un gesto, una mirada, en su andar, o en algo mas simple como el color de sus ojos, algo que les pueda robar.

Me gusta ver a la gente en un aeropuerto. Es como un mercado de pulgas de sentimientos. La ansiedad, alegría, tristeza, nostalgia, indiferencia; el placer y el dolor, todo concentrado ahí mismo, en un lugar tan frívolo como solo puede llegar a ser un aeropuerto.

Me gusta poner la cámara a un costado del escenario. Me gusta encontrar el ángulo perfecto, el abierto, el que no solo me permite retratar a los que llevan la batuta sino al resto, lo que tiene color y cuerpo. Al que observa y al que se muere por estar ahí.

Estos momentos que me regalo como observador social son los que marcan el camino que deseo recorrer. Solo tengo que estar al ciento por cien atento. Para que cuando algo haga click!, sea como una luz que te tienden al final de un túnel.

Wednesday, November 22, 2006

Conversaciones culinarias bien temprano a la Mañana

Hoy me levanté a las diez y media. Podría ser peor teniendo en cuenta que ayer me acosté a las tres de la mañana. Me quedé mirando dos películas de los Monty Python's. Sigo convencido que Michael Palin es el mejor dentro de un grupo de grandes talentosos. Me levanté de la cama de la mejor manera que pude, hacía un frió increíble y la verdad que no tenía demasiadas ganas para levantarme. Fui para la cocina, puse agua a hervir y prendí la computadora.


No tenía ningún mail importante por responder y me tiré un rato en el sillón mirando hacia la ventana. El día estaba nublado y una helada brizna cortaba el sentido de pertenencia que se apoderaba dentro mío en ese momento. Cerré bien la ventana y me volví a tirar en el sillón. Mis compañeros de piso nunca están a esta hora así que aprovecho para mirar al techo y contar en mi cabeza el poco dinero que me queda. Apenas tengo para pagar el próximo mes de renta y vivir con lo que sobre. Éramos tan pobres pero tan felices dijo Hemingway en "Paris era una Fiesta". Teniendo en cuenta que es uno de mis autores predilectos lo tomo como un desafió y una manera de emular un poco su vida bohemia y glamorosa. Como el glamour no me interesa y cada tanto me gusta coquetear con la bohemia empecé a recortar gastos. Dejé de comprar cigarrillos para pasar a fumar tabaco de liar, que a la vez lo compro más barato a una de las viejitas que venden frutas y verduras en Henry Street. No mas carne en la heladera, demasiado cara y tampoco es buena, quizás es uno de los pocos argentinismos que me quedan pero no soporto comer carne dura. Mi dieta se basa en arroz, pasta y pollo. Ojo, me lo curro en la cocina de todas maneras. Nada de andar comiendo mal por ahí y encima caro. Lo bueno de vivir en Dublín en épocas de vacas flacas es que no te morís por ir a comer afuera porque la oferta es bastante floja. No saben comer acá y lo poco que se destaca entre tanta mediocridad son los siempre fieles restos chinos y algún otro étnico. No es extraño ver todos los restos italianos y franceses atiborrados de gente. Lo que si es raro es ver lo caro que son los precios. No conocen el concepto de buena cocina a buen precio. Por algo será que el plato nacional es el "fish n' chips".

En fín. El te consiguió la temperatura justa para tomarlo. Las tostadas saltaron felices y calientes del tostador. La mermelada espera ansiosa a ser esparcida. El sol salio tímidamente y pidiendo permiso.
Puede llegar a ser un buen día.

Sunday, November 19, 2006

Saturday, November 18, 2006

Book Reviews

Siguiendo la nueva sección de los Archivos de Mountjoy, acá les dejo un nuevo Review de un libro que disfruté muchísimo leer. En que momento lo agarré y que estaba haciendo de mi vida.

Uno de los libros que más rápido devoré, sino el más rápido, fue "Pulp" de Charles Bukowsky. Si mal no recuerdo es posible que no me haya tomado más de cinco o seis horas leerlo de pe a pa. Ya había leído algunas cosas de Hank en Dublín como Factotum, Post y Women. Esta traduccion al castellano la compré una semana que nos fuimos de fiesta con unos amigos del Kitty's a Madrid, pero la leí en mi segundo giro por Europa. Un viaje que hice por Gran Bretaña.

Recién había llegado a Card
iff, capital Galesa. Un quilombo de gente en la calle a las once de la noche me dio la bienvenida cuando pisé la estación. No estaba enterado de que la fiesta de Halloween se festejaba ese día. Todo el mundo estaba borracho menos yo. Estaba cansado, sucio y de mal humor, con muchas ganas de pegarme una ducha caliente y meterme en una cama con sabanas limpias. Me acerqué a un teléfono público y llamé a un par de hostels para ver si tenían una cama disponible. Todos estaban llenos. Caminé un par de horas por la ciudad para ver si encontraba algo pero fue imposible: "Sorry mate, fully booked". La mochila empezaba a pesar más que nunca. Volví a la estación de tren. Ya había tenido una experiencia durmiendo en una estación de tren unos años atrás de viaje por Italia con mi hermana y un amigo. No estaba del todo convencido pero era lo mejor que podía hacer. Era eso o gastar buena pasta en un hotel de mayor categoría. Me tiré en uno de los bancos dentro de la plataforma. La noche estaba calida e iluminada por una luna llena que agotaba sus últimos cartuchos. Logré dormirme unos quince, veinte, media o una hora, no se por cuanto tiempo. Un tipo de la estación me despertó. Estaban cerrando la estación y echando a todos los indigentes que formaban un grupo de tener pocos amigos a un costado de la sala de espera. Otra vez a la calle. La zona de la estación no era de las más lindas de la ciudad. Estaba aun más cansado y todavía quedaba tiempo para que saliera el sol. Arrastrando la mochila llegue al único Hotel que tenia una habitación disponible. Un hotel de cuatro estrellas. Pagué a la recepcionista, que asombrada por mi aspecto me miró de pies a cabeza. Me pegué una ducha y me fui a dormir. Al día siguiente tuve uno de los mejores desayunos de los últimos años.

Ya se habían desalojado un par de hostels. Dejé la mochila en uno y recorrí la ciudad. Cardiff es una ciudad muy pequeña con pocos atractivos. En unas horas logré recorrer lo poco que tenía para ofrecer. No había dormido mucho la noche anterior y decidí volver al hostel a dormir una siesta. Entré a la habitación y me acosté en la cama. Agarré el libro de Hank que estaba perdido entre la ropa y empecé a leerlo.

Nunca me reí tanto leyendo un libro. Una cómica y vulgar parodia a los folletines - Pulp - detectivescos. Bukowski tiene ese estilo arrollador de un peleador de la calle para escribir. Nick Belane, el personaje principal, es un bebedor empedernido y maleducado que se gana la vida investigando casos, cobrando solo seis dólares la hora. Lady Death, que resulta ser la Muerte, le encarga buscar al escritor Celine, quien debería haber muerto hace muchos años. También es contratado para seguir una mujer que le es infiel a su marido, investigar a un alien llamado Jeannie Nitro y localizar algo que solo conocemos como Red Sparrow. Los cuatro casos lo llevan a una pesadilla existencial y obviamente por todos los bares de Los Ángeles. Hay muchos momentos verdaderamente graciosos y otros totalmente grotescos. Sin lugar a dudas una excelente manera de pasar toda una tarde.

Thursday, November 16, 2006

A Momentary Lapse of Reason

No entienden nada. Sino no se quedarían ahí abajo, cómodos, comiendo sus galletitas y tomando sus cocacolas. Por que no suben? Eh?. Miedosos, eso es lo que son. Mírenlos ahí, abrazados a sus hermosas mujeres, piel bronceada, anteojos de sol y trajes de baño de marca. Señalando con ese desparpajo que caracteriza a los acusadores y a los que no se atreven. Maricas!. Orgullosos erguidos y riéndose de costado. Si apenas llegué a la cima. Ni siquiera me dan tiempo para diluirlo. Solo veo agua, azul, Mediterránea y el cielo a lo lejos, formando un extraño pero hermoso horizonte. El terreno no esta seguro, temo tropezar con una piedra y caer al vació. Si me quedo mas tiempo pensando que hacer no lo hago. No debo pensar. Solo lanzarme. Mi corazón late violentamente. Doblo mis rodillas y respiro. Es hora. Allá voy...


Cala n' Brut - Menorca

Wednesday, November 15, 2006

Tunez dixit Vol. III


El objetivo que me había planteado antes de llegar al Sahara era de pasar al menos tres noches y tratar de meterme lo más adentro posible. Siempre soñé con la imagen de estar rodeado por miles de kilómetros de doradas dunas con la sola compañía del imperturbable horizonte y el cielo estrellado como guía. Y dormir en la noche abierta con una manta como abrigo y una mochila como almohada.

Lamentablemente la temporada no era la ideal para un recorrido de tantos días. El calor del verano y el mes de Ramadán no lo hicieron posible. El guía que me llevaría no tendría las suficientes fuerzas para una caminata tan larga bajo el sol por no poder beber agua. Eso me desilusionó un poco, pero no me quedó otra que hacer la excursión de un sólo día.

Me apunté en la agencia que más garantías me ofreció. La idea romántica de conocer a un beduino y ofrecerle un poco de dinero y comida a cambio de una larga caminata no fue posible. No sabes con quien te podes cruzar en el camino y no sé lo que hubiera hecho si me dejaran tirado en medio del desierto. Probablemente terminaría sirviendo como banquete ideal para cuervos y coyotes.

Dejé la mochila en la agencia y en la de mano llevé lo necesario: la cámara de fotos, un cuaderno, libro y cepillo de dientes. La excursión incluía cena y dos litros de agua, pero por las dudas compré otras dos botellas. A las tres de la tarde pasó por la puerta de la agencia el taxi que me dejaría al pie del desierto. Rodeamos un pequeño oasis y a lo lejos, atravesando un gran arco, el Sahara se abría imponente, dorado y amenazante. El taxi entró por el arco y desde la ventanilla contemplé a mi montura sentada sobre la fina arena. El beduino cargaba unas cajas sobre el lomo del camello.

- Bon voyage…, me dijo el taxista y levantando una nube de polvo se fue por el mismo camino que atravesamos.

Bon voyage. Buen viaje Andrés. Estaba solo, a la buena de un beduino y con todos mis temores y expectativas que formaban un cocktail un poco adulterado.

Las primeras impresiones siempre son las erróneas, así que me tranquilicé y respirando hondo contemplé con un poco más de tranquilidad el paisaje que se abría ante mí. La absoluta paz y tranquilidad del desierto me rodeaba. Solo interrumpida por algunas ráfagas de un viento que soplaba fuerte y que se hacía sentir.

El Sahara tiene el poder de plantarse ante uno y decir acá mando yo. Atravesame si tenes cojones, pero no me pidas que te cuide y te indique el camino. Algo que nunca pude distinguir con el Mar. El mar es vengativo y cuando se enoja su poder es de proporciones bíblicas. Pero el Sahara, como un gran jugador de ajedrez, juega con tu cabeza. Sin que puedas darte cuenta te cambia el sentido del camino, y suavemente te abandona sin posibilidad alguna de llegar a tierra firme. Su única debilidad son los oasis, pero muchos de éstos son el producto de la desesperación humana.

El beduino que me acompañó en la travesía era un encorvado hombre de piel curtida, muy curtida, con una tupida barba negra que hacía juego con el color de sus ojos. Vestía unos ligeros pantalones de pana, camisa gris plata y un chaleco negro a los que le faltaban un par de botones. Un turbante ajustado con maestría se enrollaba sobre su cabeza, dejando ver solo sus ojos y una nariz aguileña que se perdía entre el bigote y la silueta del turbante. Con una sonrisa y un forzado francés me dijo que me sentara sobre el camello, que permanecía quieto sobre la arena. Sujetándome de la montura que se ajustaba a la joroba murmuró unas palabras y el camello con un poco de dificultad se elevó y se paró sobre sus patas.

Caminando, y con una correa que se ataba al hocico de mi fiel compañero, el beduino nos guió campo abierto hacia adentro. A paso de hombre, y un poco a los saltos me fui familiarizando con el paisaje. A mi derecha y a sólo unos kilómetros un pequeño oasis de irregulares palmeras cortaba la monotonía del relieve. El viento empezaba a bufar más fuerte, como pude agarré una remera de manga larga que tenía en la mochila y me la enrollé en la cabeza. De esa manera cubrí un poco más mis ojos, aunque no podía mirar bien hacia la derecha, que es por donde el viento soplaba. Con la cámara lista empecé a sacar fotos en movimiento. Una tarea complicada por el irregular andar del camello y la constante subida y bajada por las dunas. Ya habíamos dejado atrás todo tipo de civilización y sólo nos rodeaban eternos kilómetros de arena que formaban un perfecto oleaje resplandeciente.

Luego de marchar unas tres horas finalmente llegamos al campamento donde pasaríamos la noche. Una gran tienda con una cubierta de paja y un aljibe servían como instalaciones. Otro hombre nos esperaba adentro. Respiré aliviado cuando me saludó en ingles. Necesitaba compartir todo esto con alguien y tenía varias preguntas a ser respondidas. No era un bereber y no conocía el desierto como el beduino, era un trabajo más y le gustaba la paz que le brindaba día a día estar en el desierto. Said, era un tipo bastante difícil de entrar, más cuando el beduino daba vueltas por ahí. Me costó entrar en confianza con él, sobre todo porque me mandé algunas de las cagadas que me caracterizan, como tirar agua dentro de la tienda para que las moscas no molestaran. Pero cuando supe encontrarle la vuelta fue ahí donde escuché las mejores historias. Era un pibe, no tenía más de veintiséis años pero como con casi todos los tunecinos que conocí, aparentaba algunos más.

Nunca en mi vida, pero jamás eh, estuve rodeado de tantas moscas. No es una mariconada snob de citadino, pero permanecer dentro de la carpa era insoportable, estar fuera también era intolerable, caminar, agarrar cierta velocidad tampoco servía demasiado. Traté sin conseguirlo quedarme quieto en algún lugar pero a los pocos segundos era embestido por una cantidad asombrosa de moscas. Es al día de hoy que si una miserable vuela cerca mío me produce escalofríos y ganas de estrujarla. He llegado a contar unas veinticinco en cada pie y sólo en los pies. Las peores fueron las que encontraron su lugar en el mundo en mi boca. Le pregunté a Said si tenía algún tipo de Off, ahí sí me salió el snob de adentro, pero sólo obtuve como respuesta una sarcástica carcajada. Sencillamente me dijo que me tranquilizara, que era la temporada y que las moscas iban a desaparecer cuando se haga la noche. Y así sucedió, sin antes descubrirlo pasando un veneno en aerosol que para mi sorpresa fue bastante efectivo. Las moscas desaparecieron y sólo algunas luchaban por su vida. Después logré arrebatarle el aerosol y usarlo cada vez que lo creí conveniente.

A las siete y cuarto cenamos fuera de la carpa viendo caer el sol. No tiene sentido aclarar que la puesta fue una de las más increíbles que vi en mi vida. La cena tampoco se quedó atrás. Said organizó un verdadero banquete. Mientras yo devoraba mi plato de cus-cus ellos comían lentamente, verdaderamente disfrutando de la comida y del esfuerzo que les causaba la dura jornada del Ramadan.

Le pregunté al beduino cuánto conocía del Sahara y me respondió que quince días a la redonda desde el punto de partida. Me sorprendió la manera de calcular su conocimiento, no se basaba en un sistema métrico estructurado y aburrido, en mis oídos la verdad que esos quince días se tiñeron de un tono poético. Teniendo en cuenta que para llegar al campamento tardamos tres horas, más o menos unos quince kilómetros desde donde iniciamos la travesía, se puede afirmar que su conocimiento es bastante amplio y sorprendente.

La noche se hizo presente y las moscas desaparecieron. El viento dejó de correr y todo se tranquilizó. Levantamos la mesa, tomamos un té y fumamos tabaco de manzana. Hicimos una fogata en el medio de las dunas. El cielo improvisaba un pentagrama musical sobre millones de radiantes estrellas. Intercambiamos nuevas opiniones de índole religiosa. Seguía sorprendiéndome la tranquilidad con la que defienden su Fe y sus cánones religiosos. Y lo único que me venía a la cabeza es qué estaremos haciendo mal.

Tipos como Said tienen la facilidad de no exagerar con sus argumentos. Lo que dicen lo defienden con hechos y planteos inteligentes. Es difícil separarse de lo que uno realmente piensa cuando del otro lado un tipo te describe el otro lado de la moneda. Me considero una persona que no se limita a una sola versión de la historia, sobre todo la que nos venden como la “oficial”. Trato de escucharlo todo y a partir de ahí formar una propia conclusión. La desagradable situación que estamos viviendo hoy día es gracias a una mezquina manipulación de información. Las invasiones no pueden ser justificadas de ninguna manera, sobre todo cuando se pone en riesgo la vida de un millar de niños. Caemos en inevitables generalizaciones y cada uno muere en la suya. Parece ser que todo el mundo lo sabe pero nadie se atreve a decirlo, y sólo una chispa es necesaria para desencadenar una hecatombe.

Said resultó ser un tipo agradable, cada vez que hablaba se tomaba un segundo para pensar lo que quería decir. Se expresaba lentamente y con seguridad. Solo dudaba cuando no sabia como formularlo en ingles. Me llevé un buen recuerdo de el. No sé lo que hubiera hecho sin poder charlar con alguien durante mi corta estadía.

Apagamos el fuego y volvimos a la carpa. El beduino dormía en la puerta. Las vinchucas caían del techo de paja. Una imagen del mal de Chagas recorrió por mi cabeza. Decidí dormir sobre una mesa amén si caían encima mío. La noche pasó tranquila, con la silenciosa compañía de unas ratitas del desierto que merodeaban por la cocina de la tienda. Los aullidos y ladridos de coyotes a lo lejos me mantuvieron despierto al principio pero luego logré dormirme.

Las moscas me despertaron. Era hora de usar el Raid. Me cubrí de pies a cabeza con unas mantas y logré dormir una media hora más. El beduino me despertó. Era hora de volver. Me despedí de Said y subí al camello. La caminata de vuelta resultó más placentera. No había mucho viento y paramos un par de veces a sacar unas placas más tranquilos. La foto donde aparezco sentado sobre el camello y con una remera improvisando un turbante en la cabeza la guardo en un lugar especial, muy cerca de todas esas que también han dejado una huella muy difícil de borrar.

El taxi me estaba esperando. Me dejó en la agencia que me vendió la excursión. Me di una ducha y me despedí de la gente. Tomé un louage hacia Gabés, ciudad que usé como escala para llegar a Matmata. Próxima parada.

Monday, November 13, 2006

Dublin City Blues

"I walked down Gardiner’s to Parnell Street and stopped in Londis for a pack of cigarettes. Three euros and forty cents for a ten pack Camel lights. Can you believe it? Everything’s so expensive in this city. I tried a couple of times to smoke tobacco to roll. It’s cheaper, especially if you buy them in Moore Street at the Food Market to one of the old ladies selling a sack of potatoes for two euros. But in the end, the nicotine junky habit isn’t truly and completely satisfied. So we end up paying the high government taxes for the single habit of destroying our lungs and obstructing our vascular vases.

Parnell Street amuses me. It’s rapidly turning into this little wanna be London China Town with all of these cheap one euro the hour cyber cafes turned into supermarkets, restaurants and liquor selling stores. The African stores that used to run the show are loosing terrain inch by inch. The typical Nigerian hair dresser stylist is disappearing from the local outbound. I found rather interesting that one of the liveliest boroughs in the city is hundred percent inhabited by immigrants.

So as I've said, I was strolling down Parnell St. The old junkie lady and drunken type hobos are a part of the scene. They never seem to give it a free day. They stare at people eyes, looking for a sign of redemption that’d slightly bless their pathetic existence. They’re just waiting for the call. A call that didn’t ring when it was supposed to. It hurts to see people throw their miserable lives away. Nobody put them in that position. There’s no blame to blow to. There’s no fingering anybody. They were not meant to be part of this mechanical existence. Ludicrous machines. Not programmed to engage in any social activity. Just drink their lives away..."

Sunday, November 12, 2006

Prima Nocte



Hoy me mudé al nuevo piso. Armé la mochila en lo de unos amigos que me hospedaron y bien temprano me vine para acá. El departamento esta de puta madre. Techos altos, la cocina esta muy bien equipada y con buen espacio para cocinar, las habitaciones amplias y un living room cojonudo de paredes blancas, dos sillones de dos cuerpos, una tele, dvd, equipo de audio y una mesa para cenar con amigos en familia. Solo somos tres, un francés con raíces argelinas y un irlandés que todavía no conocí. El francés es un escritor amateur de ficción. Ahora esta trabajando en una especia de tercera entrega de Alicia en el País de las Maravillas pero en el mundo cyber-náutico que vivimos ahora. Promete ser bastante interesante pero esta escrita en su totalidad en francés. Tratare de convencerlo para que rescriba algunas partes en ingles. El irlandés es fotógrafo pero tampoco se gana la vida sacando fotos. El espíritu amateur es así de significativo. Como verán, el panorama pinta de muchos colores, será una buena oportunidad de armar algún proyecto interesante relacionado con las dos pasiones que nos une a los tres integrantes del piso.

El barrio que me rodea es mejor de lo que había imaginado. A sólo unos minutos caminando estas en el puto centro de la ciudad. Y para el otro lado, yonquis, borrachos, delincuentes y pubs donde los irlandeses son la gran mayoría, se entrelazan entre los grises y tristes suburbios de la ciudad. Me gusta, se respira un aire autentico entre tanto inmigrante y turista. Sentís que te acercas un poco más a ellos y así llegas a entenderlos de alguna u otra manera. Tratar de entender porque se comportan así. De noche las calles oscuras juegan con las sombras provocadas por unos pocos faroles que alumbran las desoladas vías. Cuckoo's Lane, la callecita que me lleva hasta la puerta del departamento tiene su movida lúgubre y derrotada. Para darse vuelta y tantear qué esta sucediendo detrás mío.

Mañana tengo una importante entrevista de laburo. Importante... es una manera de ponerlo. Es un laburo distinto al que venia haciendo en Europa. El laburo de camarero esta bueno cuando queres evadir todo tipo de responsabilidad. Es dinámico pero a la vez se torna bastante monótono. Muchos colegas me preguntaron por qué no probaba con el rubro call center. Bien pago, beneficios, vacaciones, etc., etc. Atender el teléfono es algo que siempre traté de evitar. No me gusta, no tengo la paciencia para escuchar a algún idiota nervioso que no sabe como conectar su 385 a Internet. No me veo con muchas condiciones en atender clientes. Pero es algo distinto, y me basta con eso. El dinero que me ofrecen esta bien, y me puedo dejar la barba y los rulos al viento. Y eso también esta muy bien.

Es el comienzo de algo que ya conozco pero que cada día me sorprende con algo nuevo que me deja boquiabierto.

Un bife rebosado con pimienta me espera en la plancha. Esta noche se proyectará Factotum, del gran Hank Bukowski.

Promete ser una linda velada.

Thursday, November 09, 2006

Charlas de Cafe


Ok, blogeando desde el Cafe Java, a la vuelta de Grafton St. Un escritorio delante y a unos pasos de la puerta sirve como recepcion. Los clientes esperan a que la camarera los ubique en alguna mesa y les tome el pedido. Como generalmente no tomo cafe, muy de vez en cuando me gusta disfrutar de un capuccino, pedi un te y me sente en una mesa cerca de un enchufe para conectar my low life battery. Lo unico malo de la pc es que la bata dura solo una hora y cuarto. Las camareras bajan y suben constantemente las escaleras, se parece un poco al cafe donde mi hermana trabajo unos meses. Como estoy cerca de la puerta el frio que entra me hace acordar de que en algun momento tendre que dejar el cafe para salir nuevamente a la calle. Y no tengo ganas. Me acomodo mejor en el asiento y pienso que eso es solo una idea. Quizas este abierto las veinticuatro horas. Vivimos en una ciudad que se rige bajo la ley anti-tabaco, solo fume un cigarrillo en las casi cuatro horas que llevo sentado aca. Aprovecho para ponerme al dia con la correspondencia y a tirar Cv's en paginas de laburo. Nico, un amigo Italiano, volvio de Australia y me llamo desde Italia. Me sorprendio diciendo que volveria a Dublin para quedarse un tiempo en un par de semanas. Me alegre y quedamos en que se venia a mi casa hasta que se encuentre algo. Asi es la vida entre viajeros, un dia me recibis vos y el otro dia te recibo yo. En una hora tengo que ir a ver un piso. Supuestamente esta todo arreglado pero quiero conocer un poco a mis futuros companeros. La ubicacion esta muy bien, bastante centrica y bien comunicada. A pocas cuadras del Liffey.

Es bueno que existan cafes que no se llamen Starbucks.

Dubliner

Acaba de empezar un nuevo baile en Dublín. Se presentó mas linda que nunca. Me recibió como no podía ser de otra manera, con una ligera llovizna apenas bajar del bus desde el aeropuerto. Dos amigos de mi hermana me esperaban en la parada, con mucha onda me prestaron un sillón en su piso hasta que me mude. Si todo sale bien el Domingo ya estaré viviendo en un depto con nuevos compañeros . Por lo menos hasta que llegue Vic a fines de diciembre, para mudarnos juntos. Estoy contento, extrañaba mucho mi ciudad, mi hogar fuera del hogar. Me siento en casa y con muchas pilas para empezar esta tercera etapa. No veo la hora de empezar a trabajar para salir un poco de este prolongado descanso que me tomé desde que terminé de trabajar en Menorca.

Hoy me tomare la primera Heineken pint, en Doyle's y con "Take me home" de Franz Ferdinand de fondo. Solo para entendidos...

Sloncha!

Monday, November 06, 2006

Filosofia Barata y Soldaditos de Plomo


No estaremos perdiendo el tiempo con tanto letargo en nuestras vidas? No estaremos creyendo demasiado que todavía tenemos tiempo para equivocarnos y prolongar así, nuestras verdaderas tareas para los cuales fuimos formados y educados? Es tan difícil hacer lo que realmente queremos hacer en nuestra vida?

Me imagino toda una vida en la carretera. Conociendo nuevos lugares, nuevos colegas y nuevas rutas. De verdad que me siento a pleno cuando llego a una terminal nueva que no conozco. Esa excitación de no saber por donde empezar y a donde querer llegar. Quizás sea cuestión de aprovechar nuestra curiosidad. Una curiosidad que nace desde lo mas puro que considero tener. Una curiosidad que nos regala cierto paréntesis en una vida real llena de responsabilidades y ambiciones. Ambiciones que no proyecto en mi vida, por lo menos las ambiciones que todo el mundo espera que tenga. No soy un tipo ambicioso, y esta afirmación me ha causado varios entredichos con mis colegas más cercanos.

No pido mas cosas que un viaje en vista en pocos meses o la mera sensación de libertad que me acompaña siempre cada vez que decido volar y emigrar a nuevos parajes. No concibo la idea de estar en mi ciudad natal por tiempo indefinido. Me asusta, me torna molesto e inbancable para quienes me rodean. Pero no lo busco de esa manera, no se, será cuestión de una conflictiva personalidad que no me permite relacionar con la gente que más me quiere y se preocupa por mi. Encuentro mi refugio justamente estando lejos de toda esta gente. La tranquilidad para moverme como quiera, para que nadie me diga lo que tenga que hacer, y en definitiva estar en paz conmigo mismo. Si para estar bien con los que más se interesan por mí significa que tenga que estar lejos de ellos, algo tendrá que ver.

Realmente no me pongo a pensar profundamente en ello, quizás por un torcido mecanismo de defensa que me lo impide. Pero no lo puedo evitar, así me sale, y lo tomo como a una de las cosas más naturales de mi personalidad. No soy un tipo conflictivo per se, tengo mis momentos de ira y egoísmo que marcan un poco mi compleja idiosincrasia. Pero cuando me siento un poco asfixiado una luz que se prende en mi cabeza me avisa que es momento de armar la mochila y respirar nuevos aires, aires que no encuentro en los denominados buenos.

El mañana para el viajero es bastante efímero. No nos importa demasiado. En realidad tratamos de buscar una existencia que nos ofrezca un futuro incierto y a la vez excitante. Algo como no saber cuando será la próxima vez que dejemos una mochila para que repose, tranquila, debajo de una cama por algunos meses. Acomodarnos a cierta rutina que no tiene nada de rutina, porque en definitiva, estar en la carretera es experimentar constantemente nuevos intercambios culturales y emocionales. El factor tiempo en la vida de un viajero es el que marca el tempo. Porque pasa volando. Los últimos cuatro años de mi vida, que coincidieron con mis días en la carretera, pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Muchas cosas en tan poco tiempo.

En este momento de mi vida llevo cinco meses sin interrupción en armar y desarmar mochilas. De bañarme en baños compartidos, dormir en habitaciones compartidas o ni siquiera dormir en camas de verdad, reemplazándolo por unos almohadones que sirvan de colchón. No voy a decir que es lo que más me gusta porque existe cierto orden al que me subordino e involuntariamente busco. Pero el trajín que llevo a cuestas me está agotando. Otra faceta del viajero es la lucha constante contra el agotamiento físico. De verdad deseo tener una habitación propia que me permita tener cierta privacidad y ordenar un poco las cosas en la cabeza. No suelo hacer balances, no creo en eso. Creo que una persona toma decisiones teniendo en cuenta todos los pros y contras. Creo en el libre albedrío. Creo también que un destino nos lleva silenciosamente por donde más le conviene. Creo en equivocarme, y tomar la carretera más oscura y peligrosa.

Me veo viviendo donde las barrios no tienen nombre. Donde los caminos no están señalizados. Donde uno elige cuando parar, comer y dormir. Donde uno es uno y no uno más en un utópico engranaje social. No creo en las sociedades que tienden a clasificar lo más bajo y lo más alto. Es dantesco e insoportable. Temo al caos. Temo al desbarajuste social y a sus apocalípticas consecuencias. Temo a perder todo lo hermoso que hay en el mundo. Temo a no poder recorrerlo. Temo a no llegar a verlo, oírlo, olerlo y sentirlo. A tocarlo, amarlo, odiarlo e idealizarlo. El mundo es hermoso. Y único.


Meina

Friday, November 03, 2006

Tiny things over the seat of a 2nd class Train


I believe in today
and not
in
tomorrow,
time,
for a traveler
it is all
and more,
because it tends
to go faster
than everything else,
my four years
on the road,
were simply
the fastest years
in my
life.

Like
the blink
of
an eye
too many faces
and
too many
places
appeared
and
disappeared
in just a matter
of unmerciful
tick - tack time.

Over the counter
day a day
business,
the routine
of waking up
in a crowded
room
not knowing
who are you sleeping with
or
who are you
sharing with.

You see the world
from a different
angle,
another
screen,
like the window
of a train
bus or
plane,
this submerges you
deeply
in an ocean
of
curiosity
and
moving
dreams.

You pack your
backpack
and you
fill them with
memoirs,
endless souvenirs
that you
keep
as your most
loving
treasures,
hoping
to bring them
safely
back
home

There’s no home
like home
per se,
home is where
you leave
your bag
under
a bed
To rest


Traveling,
For me,
It’s all
And
What I do
At my best
I feel
fulfilled
with
just a bag
and
the will
to
live
new stuff

Meina 02/10/06

Thursday, November 02, 2006

Poesías Encontradas

De mecenas y Julianas

miro por la ventana
al alba de la noche
calles que se pierden
en sinuosas curvas
que
suben
y
bajan
entre medievales barrios
de piedra y
tiempo

Junto fuerzas
de donde no tengo
toy cansado
tanto tiempo
en la carretera
quiero dormir
y
soñar
despierto
levantarme en buen puerto
y
mudarme
a una
habitacion
lejos
de todo

el sentido del hogar
es lo que uno
primero
siempre pierde
queda
en uno
encontrar
su lugar
en
el mundo
pero
la verdad
en
no tener esa
sensacion de hogar
hace que todo
sea unico
y
real

entonces la mochila
a punto
de ser cargada
sobre una curtida
espalda
es lo que hay que tener
bien a mano
para el dia
que
sienta la necesidad
de volar
este preparada
como
uno,
sea
ahora
o
adelante
para siempre
y
por siempre

un billete
bajo el brazo
y
la cabeza
apoyada
contra la ventanilla
garabateando esperanzas
de recorrer
lo nuevo
lo que no conozco
y
deseo conocer
y
dejar
mi mochila
sobre el piso
a punto
de ser
armada
para escapar
de mi felicidad
y
mi futuro

Meina 2/11/06

Wednesday, November 01, 2006

Entre aduanas y Marruecos


Una larga cola de viejas mujeres marchaba tranquilamente por un sendero delineado por conos y vallas. Éstas vestían largos vestidos y cubrían sus caras con finos velos negros. Soportaban el peso de una canasta de mimbre sobre sus cabezas cargados de lana de oveja. Los hombres que encapuchados, vestían largas túnicas y llevaban de una firme cuerda a unos burros cargando cajas a más no poder. Niños corrían y jugaban con una deshilachada pelota de fútbol y unas botellas de coca cola como postes. Varios de ellos mendigaban a los autos que salían de la frontera o se refugiaban a la sombra de sus padres. Los más viejos simplemente estaban sentados sobre una pequeña colina y miraban los autos pasar.

Un oficial marroquí se acercó al auto y nos entregó unos papeles para llenar. Los completamos y bajamos del coche, dejándolo a Agustín para que se quede cuidando las cosas.

Nos acercamos a la ventanilla de la aduana. Una pareja estaba delante de nosotros. Un policía parado cerca nuestro gritaba unas palabras en árabe a unos jóvenes que se acercaban demasiado a los coches. Un grupito de españolas que recién habían llegado discutían con unos moros que se cruzaban delante de su auto. Nacho miraba todo sorprendido, desde que cruzamos la frontera que no paramos un segundo de mirarlo todo con los ojos abiertos. Era como si una burbuja de tiempo nos protegía de un miedo que nos invadía dentro, una mezcla de temor y excitación que nos alentaba a seguir viaje y de una vez por todas volver a la carretera.

La pareja terminó con el papeleo y nos dejaron su lugar. Agustín se nos acercó.

Entregamos los pasaportes y los papeles de migración y del coche al oficial. Éste los miró detenidamente y se los fue pasando a otro hombre que anotaba los datos en una computadora. Agendaron los datos de Nacho y Agustín sin que hubiese ningún problema. Cuando llegaron al mío, el tipo de la computadora dejó de tipear y se los devolvió al primer oficial. El policía arqueando las cejas me miró con fastidio y abrió nuevamente mi pasaporte.

- El señor Mariani. Qué significa lo de Productor de Televisión?, me preguntó y mis dos compañeros de viaje se dieron vuelta para mirarme.

Unos minutos antes, cuando estábamos llenando los papeles yo jugaba con la idea de poner mi verdadera profesión, aunque nunca haya tenido algún tipo de experiencia. Unos meses antes me había graduado y era de esperar que quiera poner mi título terciario.

- Usted ha venido a hacer un documental?, me preguntó con un poco de agresividad.

Cuando les comenté a mis compañeros en el auto que iba a poner lo de productor de televisión, Nacho, con su habitual temperamento me dijo sencillamente que me deje de gilipolleces. Agustín se reía y motivaba a que lo ponga.

- Puedo ver el permiso gubernamental para eso?, preguntó sin siquiera mirarme.

Yo estaba seguro que el tipo estaba jugando conmigo. Tranquilamente pude meter una videocámara y grabar lo que se me plazca sin tener que avisarles. Encima Agustín era el que tenía la cámara encima. Nacho, que ya estaba un poco nervioso jugaba con el llavero del auto.

- Y bien caballero?, ahora sí preguntó con un poco más de impaciencia.

- No oficial, no tengo ningún tipo de permiso gubernamental ni tampoco vine con las ganas de hacer un documental, le contesté para mi sorpresa con seguridad y valentía.

- Y entonces qué significa esto de la televisión?

- Nada, soy estudiante pero vengo a Marruecos en plan viaje de placer. Quiero conocer su país y cultura. Ninguna intención de grabar algún tipo de documental, video o película.

El tipo me estaba poniendo de mal humor. Se supone que tienen que tratar bien a los turistas ya que son la principal fuente de ingresos. Pero no se lo hice saber. Es mejor no decir todas las cosas, y la verdad me sentía un poco mal con mis colegas que estaban pasando un momento tenso por mi culpa.

- Mire, déjeme cambiar la solicitud y ponga solamente que soy estudiante, que es en definitiva lo que soy, le dije con ganas de terminar la conversación.

Con cierto malestar agarró el papel de migración y tachó lo que había puesto. Selló los pasaportes y nos lo entregó. Entramos nuevamente al auto y tras una fuerte discusión con Nacho arrancamos y nos abrimos a este nuevo mundo que nos estaba esperando para vivir nuevas aventuras y experiencias.

Luego, al finalizar el viaje nos acordamos de esta anécdota entre risas y cervezas en un pequeño hotel cerca de la frontera española. El viaje quedó fuertemente documentado en los quince rollos de fotos que saqué y en la hora y pico que Agustín grabó con su videocámara.