Tuesday, December 04, 2007

Volviendo de a Poco

Acabo de reponer la note.

Malditos knackers.

Volvere a postear.

Pronto.

Saludos.

Sal

Saturday, August 04, 2007

Pasaba por Aqui


A flash,
a sight,
true colours,
bear feet boys
riding the streets

Jesus born from a virgin,
naked stories,
truthful souls
wondering empty alleys

Sweet velvety sky
pale blue eyes,
smiles,
boom bang smash

White sands on empty beaches,
coconut stories,
ravaging winds,
winds of them' souls,

Shakespeare in a pub
writing a new song,
listen!
one we never heard before,

Lyrics drinking melodies
for kicks,
c'mon everybody clap your hands,
stomp your feet

White heat makes you
clench your teeth,
move your body,
drink that pill

Ride that train and get off
when you feel
that is the place
you wanna see

Crush a couch,
empty a can,
listen them' stories,
flow with the scene

Kerouac in the highway with a
rucksack and a can of beans,
a thumb up
wine over him

Sweet morphine
Oedipus wrecks,
Neal driving madly
burning pavement through his wheels,

Sticky pictures
all along the yard,
green grass green cut
hear the engines hum

Autumn falls,
leafs will follow
decorating cities
with unselfishness joy

The world around us will grieve
with love,
take your bag, hat and coat,
leave them' shoes.


Capel Street - 4/08/07

Thursday, July 05, 2007

España - Pt. 1: Ruta Culinaria


Ya estamos de vuelta en Dublín luego de unas vacaciones por la soleada Península Ibérica. Catalogados durante mucho tiempo, junto a Portugal y Grecia, como la Cenicienta de Europa, en España, se nota, la gente vive bien, y como en los países árabes el Islam manda en sus vidas, en España, lo que manda es la comida, la siesta, el sol, los cubatas y el bar. Por eso a todos los españoles se les hace muy difícil vivir en lugares más fríos como Irlanda. La gran mayoría sólo puede aguantar una temporada, porque les hace mucha falta el calor, la comida de la madre, el tomate y el vaso medio lleno de whisky. La gente del sur es más extrovertida y abierta. La del norte, con mucha personalidad. En el Centro, injustamente etiquetados como fachas.

Como lo habíamos proyectado, el viaje se perfiló derecho y sin descarrilarse por una ruta gastronómica-cultural. Unos meses atrás les había dicho que a Italia no tenían con que darle dentro de la esfera histórica y cultural, y especialmente en la arquitectura. Lo sigo pensando y no me cabe duda alguna, pero esta cuarta o quinta visita por tierras de colonizadores y toreros me dio la chapa para afirmarles que a España no tienen con que darle en lo que se manifiesta con el comer y beber bien, también por su fiesta y la onda no-me-toques-los-cojones que lleva la gente.

No sólo nos dimos un montón de gustos sino que también aprovechamos para reencontrarnos con amigos que conocimos hace un par de años en Dublín y Menorca, y que hace mucho tiempo no veíamos. No existe otra manera de viajar, recorrer una ciudad de visitante bajo la tutela de un local no tiene precio. En Madrid nos llevaron a tapear Nacho y Julia; en Granada nos tomamos unas cañas con Juan; en Huelva y Sevilla Carmelo se portó once puntos. La única ciudad donde no tuvimos la suerte de compartirla con algún colega fue Córdoba, no obstante sólo por algunas horas.

Habíamos planeado un par de rutas antes de salir de casa pero lo único que habíamos reservado desde Dublín fueron las entradas para la Alhambra el día 29 de junio y el hostal en esa misma ciudad. Todo lo demás lo dejamos abierto para poder movernos con libertad.

Para eso alquilamos un coche desde Barajas, Madrid y con él nos movimos durante todo el viaje. Primero nos dejaron un Citroen C2 diesel, pero éste se nos paró en el medio de la autopista por un fallo en el tanque de nafta a unos ochenta kilómetros de Granada. Los camiones pasaban a centímetros del coche y mientras trataba de empujarlo con una mano, con la otra trataba de hacernos ver para que los coches bajaran la velocidad. Vicky maniobraba hacia la banquina y escuchaba los alaridos que pegaba desde la cola del auto: A LA DERECHA, ENDEREZA, RECTO. Esperamos un par de horas bajo el tremendo calor hasta que finalmente y casi al mismo tiempo llegaron al rescate una grúa y un taxi que nos dejó en el aeropuerto de Granada donde nos cambiaron el auto por uno de la misma escudería, pero un modelo mejor con caja de cambios automática. La joda nos quitó unas horas pero por suerte no nos pasó nada.


Ruta Gastronómica

Ya que el viaje se consumó por tierras Españolas, me es imposible no simpatizar por el sentimiento separatista que abunda en las comunidades autónomas del País Vasco y Catalunya e incluirlas dentro del mismo territorio, mejor empezar por su capital y primera parada del viaje: Madrid.

Recorrimos el centro histórico de la ciudad de la mano de Nacho, un gran amigo que conocí en Dublín y que se mueve y conoce como nadie la Madrid de bares, garitos y tapeo. Apenas entrar a la Plaza Mayor paramos en un barcito andaluz para tomar la primera caña (vasito de cerveza que cuesta entre un y dos euros) del viaje. Con las cervezas nos pusieron una tacita de gazpacho: una sopa de tomate fría con cebolla y pimientos picados. Cabe aclarar que lo único que tenes que pagar es la cerveza, el resto corre por cuenta del bar.

Salimos a recorrer el centro histórico parando estratégicamente en algún barcito para refrescarnos con una caña y degustar de alguna tapa. Cerca del Palacio Real nos pusieron unas tostadas con tomate frito, ajo y pimientos, y una loncha de queso semi-curado. Pasamos por la Catedral, los Jardines de Sabatini, algunas plazas típicas y luego paramos en una cueva muy cerca del Kilómetro Cero y Puerta del Sol donde nos bajamos una jarra de sangría y una cerveza Mahou para que Vic la pruebe.

A las diez de la noche salimos para La Prosperidad, su barrio, donde a pocas cuadras de su casa el bar Atenas nos esperaba para cenar unas raciones. Cuatro botellines de cerveza alcanzaron para que nos pongan un plato de jamón serrano y pan. Pedimos unas raciones (unos platos más grandes) de rabas, otra de revuelto de huevo, papas y jamón serrano frito, y una de patatas bravas, a base de una salsa bastante picante. Un par de botellines más y ya hechos nos fuimos a una terraza llena de gente para la última copa de la noche.

A la mañana siguiente nos levantamos muy mal, pero eso no nos quitó las ganas de seguir probando todo los que nos pusieran delante de los ojos. Recorrimos a los tumbos el museo del Prado, Cibeles y la Puerta de Alcalá y a las cuatro de la tarde nos juntamos a almorzar en el restaurant donde labura Nacho como cocinero. El Chef Ejecutivo del local es muy amigo de Nacho así que estuvimos muy bien atendidos. El lugar tiene muchísima categoría y está apadrinado, también lleva su nombre, por uno de los chefs más importantes del mundo: el catalán Sergi Arola, discípulo de Ferran Adriá: uno de los padres de la cocina molecular y hoy día considerado como el mejor Chef del mundo.

De entrada nos trajeron un plato de paté de foie con tostadas y lonjas de matambre italiano, y una ensalada de rúcula y mango. Como plato principal nos pusieron unas pizzas bien finitas y ovaladas, una con rabas y rúcula y otra de jamón ibérico. De postre mousse de chocolate blanco y frambuesas. Vicky se sentía un poco mal del estómago así que se tuvo que contentar con algo más sano, el chef le trajo una pechuga de pollo fileteada con manzana cortada en dados.

Después de dormir la siesta tomamos unas cañas con la madre de Nacho y su hermano en el patio de la casa. Cenamos en un barcito vasco donde nos pusieron una cazuela de saquitos de gorgonzola, solomillo a la plancha con cebollas acarameladas, canelones rellenos con una salsa marinera y una media croqueta de queso sobre una tostada con oliva.

Desde que empecé a cultivar mis conocimientos sobre España más allá de lo ordinario que había mamado en la escuela, es decir, colonizadores y genocidas, el toro y el flamenco, el jamón y la sangría, conocer españoles al mejor estilo periodismo gonzo me brindó la oportunidad de estar al tanto de su cultura, sus gustos, su gente, sus historias y sus diferencias políticas. Y en el único punto donde pareciera que todos se ponen totalmente de acuerdo es que en Granada, al sur de España, es la ciudad donde mejores tapas te ponen.

Granda nos confirmó lo que nos parecía una utópica unidad. Luego de recorrer el centro y el barrio árabe del Albaicín, paramos en un bar de la calle Elvira a tomar nuestra primera caña. La cerveza, Cruz Campo, y la tapa, unos montaditos (sándwiches) de jamón y queso con papas fritas, la cuenta, tres euros a razón de uno y medio la cerveza.

Seguimos recorriendo la ciudad antigua, y tras preguntar por la calle donde podíamos disfrutar de tan suculenta oferta, nos recomendaron enfilar hacia los barrios cerca de las Universidades. Una de las razones por la cual Granada es tan generosa con sus tapas es porque es una ciudad de estudiantes. La ciudad está llena de universidades y estudiantes extranjeros de Erasmus, y como la regla general en el estudiante es no tener un mango, es por eso que ponen tremendos platos con las bebidas.

Y ahí encontramos un garito con terraza, lleno de granadinos, donde nos dieron un menú para que elijamos que tapas queríamos que nos pongan. Una práctica que solo ocurre en Granada, ya que en todos los lugares ellos mismos te ponen lo que quieren. Pedimos dos tubos de cerveza y una tapa de pincho moruno (magro de cerdo condimentado con especias y un poco de chorizo) y otra de solomillo con patatas fritas.

Luego de recorrer durante toda la mañana siguiente la Alhambra y sus jardines bajamos al centro para almorzar. Encontramos un bar cerca de la Catedral, nos sentamos en la barra y pedimos dos coca colas. Con eso nos pusieron dos luminas (pescado frito) y aparte pedimos una tapa de paella y otra de ensaladilla rusa. Las tapas eran unos platos que en otras partes de España te los venden como raciones. De todas maneras no fue de las mejores comidas del viaje. El pescado tenía muchas espinas y la paella estaba un poco seca.

Antes de partir disfrutamos de una buena charla y una caña con Juan, un amigo que conocí laburando en el infierno de Menorca. Dejamos Granada sabiendo que lo que nos esperaría del viaje no sería lo mismo. De todas maneras la oferta gastronómica dentro de Andalucía nos dejaba a los dos muy tranquilos.

Subimos hacia Córdoba, antigua capital del Califato de Córdoba que gobernó casi toda la península ibérica siendo la ciudad más grande en la Edad Media. Unos cuarenta y cinco grados marcaba el termómetro del auto cuando llegamos. Los turistas eran los únicos que caminaban por la ciudad antigua. Llegamos a medio día y caminamos un rato por el centro hasta encontrar el restaurant que nos habían recomendado. Éste servía en una de las clásicas vistas de Córdoba: los patios andaluces.

El menú muy simple, atiborrado de especialidades cordobesas. Nos quedamos con unas raciones de tortilla de patatas, gambas fritas y flamenquines (delicatessen cordobesa a base de un rollo de carne marinado envuelto en jamón ibérico y servido con papas fritas) El patio estaba cubierto por una lona y unos ventiladores nos refrescaban.

Recorrimos la Mezquita, el barrio de la Judería, el antiguo puente Romano y nos perdimos por las callecitas del casco antiguo. Averiguamos precios en una charcutería de la Plaza de las Correderas pero todavía nos quedaban unos días así que decidimos comprar todo en Sevilla.

Salimos hacia Huelva ese mismo día, ciudad que limita con el Algarve Portugués. Carmelo nos esperaba en su casa de playa. Con un look mediterráneo moderno, pelo largo y gafas se bajó de un Alfa Romeo colorado. Luego de un paréntesis de casi dos años sin vernos y de mandarnos uno que otro mail nos recibió con la mejor onda posible. Carmelo es otro colega de Dublín, pero apadrinado bajo el ala de Vicky.

Luego de conversar tranquilamente durante un rato en la playa en pleno atardecer nos levantamos y nos fuimos para el centro del pueblo. La peatonal estaba colmada de gente y los garitos totalmente llenos. Encontramos una mesa libre en uno que estaba especialmente lleno y nos acomodamos en las sillas hasta que Carmelo vino con las primeras cañas. Unas raciones de chocos (calamares marinados), pulpo en escabeche y una última de ensaladilla marinera nos acompañaron durante toda la cena. Volvimos a su casa y nos fuimos a dormir para disfrutar de la playa el día siguiente.

Almorzamos cerca del pueblo, en una cantina con la tentadora reputación de poner el arroz a la marinera más rico de la región. Ésta se diferencia de la paella valenciana por tener más caldo y porque, como bien dice el nombre, solo te ponen mariscos. Antes de pedir el arroz probamos con una entrada de coquinas (una especie de berberechos) en aceite de oliva y ajo. Después de bajarnos dos litros de agua nos volvimos a la casa para relajarnos en el jardín y ponernos al día con las postales.

Esa noche no cenamos y dormimos en el piso de Carmelo en Huelva. A la manana siguiente nos levantamos y nos fuimos para Sevilla, última parada. Reservamos un hostal muy bonito cerca del centro de la ciudad. Almorzamos en un bar a unas pocas cuadras del hostal. Una media tostada con aceite de oliva, tomate, ajo y jamón serrano para empezar, y después lo complementamos con una media ración de pulpo a la gallega y una tapa de ensaladilla rusa. Recorrimos la ciudad entera, la Plaza de Toros “La Maestranza”, la Catedral, Plaza de España y a la tardecita nos volvimos a encontrar con Carmelo, que nos esperaba en un garito tomando una caña. Dimos un pequeño paseo por la ciudad, lamentablemente los Reales Alcázares estaban cerrados.

Nos despedimos de Carmelo y del viaje cenando cerca del río Guadalquivir. Tres cocktail de camarones, una ración de chocos, cazuela de bacalao con tomate y unas gambas a la plancha que estaban exquisitas.

A la mañana siguiente nos levantamos temprano y recorrimos los quinientos kilómetros que nos separaban de Madrid en un tirón.

Lo que aprendimos de todo esto fue lo siguiente:


Nos trajimos unos siete kilos de comida repartida en las dos mochilas. El supermercado Mercadona nos abrió sus puertas y gracias a sus precios relativamente bajos llenamos un chango con alimentos básicos, pero que no son tan básicos en Dublín, como tomate frito (puré de tomate), aceite de oliva y pan rallado, y algunas, y muchas, delicatessen como: una caña de lomo de cerdo de pata negra (que no es un cerdo cualquiera, criados en grandes campos y alimentados sólo por bellotas), dos cañas de salame y chorizo Ibérico, paté La Piara y paté del también cerdo de pata negra, latas de pulpo, mejillones al escabeche, calamares y camarones y una lata de aceitunas con anchoas. Lo único que nos quedó por comprar fue el tan preciado jamón, que por distintos motivos no lo pudimos conseguir. Las compras las hicimos en Sevilla, nuestra última parada, no queríamos andar cargando el morfi por todos lados para que no se estropease y llegue malo a Irlanda.


La próxima entrega viene con nuestras impresiones culturales.

Thursday, June 21, 2007

Lost in a Back to Back Office



As I was reading
What I’ve previously
Wrote,
I found a helpless
Misunderstanding and
Loose-fitting
Comfort,
An inaccurate
Hypochondriac
Answer
To my soul.

I guess I'm afraid
To speak my mind,
Regretting what I’ve just written
Might hurt someone’s else
Feelings.

I've told you before
About making a point
Achieving grace
In a literate
Way.

I dream the life of a writer:

A self-imposed exile
Just for kicks,

The idea of
Becoming an exclusive part of the
Avant-garde life,
Politically distant
From the commonplace
Comfort of an
Ordinary
And
Dull life.

A room full of torn books,
Pages messing around on the floor,
Drug-fuelled nights hammering the keyboard
And beating
The block.

A bizarre but familiar town,
Reflecting city lights
And sounds
From a wide-open
Window.

The rhythmically be-bop sound of keys
Stuttering words and concepts
Through a five feet long
Paper roll.

The shadows in my story reflecting
The walls of my soul.
Pics that unveil my characters,
A black and white
Collage
Stuck in rotten walls.

A steam drawing
Cup of tea,
A Golden Virginia
Cigarette roll,
Amsterdam beneath the diamond
sky,

A portrait of an artist
As a young man.

Custom House - 21/06/07

Tuesday, May 29, 2007

Caramels and Alcohol


Most of the time I struggle
with the inevitable block that impedes me to write.
So I try with poetry
because I find in there
a better way
to express myself.

Sometimes a white page doesn’t look so scary
when you fill it
with random thoughts.

I like to play with poetry.

Poetry is not about rhymes
and sonnets.
Poetry is about
soul
and truth.

Poetry is not only
about love and hate,
is about what you see and
how you feel.

It’s the ultimate trip.

I like poetry when is pure
and honest.
When it strikes me without notice,
when with its images
strolls me through
an album of sounds
and colors.

I like poetry
to be simple too.
Straight words for
immediate thoughts.
Instant messages,
Slaps in my head,
Take it or leave it,
Spontaneous enlighten,
Amateur voyeurism.

I like it when it describes
common people with
common problems and
common fears.

When it describes the skid rows
of life itself,
the margins,
the little fonts in
this capital world.

Writing poetry is for everyone,
you'll always have something
to say,
something spontaneous,
something you want to
scream your lungs
away,
something beatific
that you wanna share
with
the rest of
us.

Caramels and alcohol,
slips with the
wind,
and turns
in sweet rendezvous
the back
to
the
world.


Custom House - 22/5/07

Thursday, May 24, 2007

Tunez Dixit Vol. V


Hace poco retomé este relato y le volví a dedicar un poco más de tiempo. Acá hay otro adelanto de lo que vendrá. Espero que lo disfruten...

El viaje estaba tomando un inmediato color y se encaminaba a un gran final. Las expectativas que había llevado conmigo cuando salí de Barcelona se vieron completamente superadas. Diez días habían pasado desde que mi pasaporte había sido sellado en el aeropuerto. Todavía quedaban unos cuantos días más, y los objetivos seguían siendo los mismos, aunque el agotamiento físico me iba jugando una mala pasada. El trabajo de verano en Menorca había dejado huellas en mi espalda, la mochila se sentía un poco más pesada cada paso que daba.

El Ramadán tampoco me lo hizo más fácil. Encontrar un lugar para comer durante el día era una tarea bastante difícil de lograr. Especialmente en el Sur, recorriendo pueblos más pequeños y tradicionales bajo el despiadado sol. Todas las tiendas, y la gran mayoría de los restoranes estaban cerrados. No podía tomar agua tranquilo sin sentir el peso de la gente mirándome y acusándome con fanática intolerancia. Y no era que me la pasaba tomando cada dos por tres. Siempre trataba de escabullirme para tomar un trago y nunca caminaba con la botella en la mano. Fumaba sólo escudado bajo la sombra de un árbol o desde un punto alejado sentado sobre la hierba y mirando hacia otro lado. No quería meterme en problemas, si es que realmente existía problema alguno.

Respetar siempre el entorno y la situación que te rodea son principios que comparto y trato de cumplir cuando viajo. Cuidar del medio ambiente. Soy de los que temen con el fin del mundo en estos tiempos apocalípticos que estamos viviendo. No llegar a ver todo lo hermoso que este mundo tiene para ofrecerme es algo que no podría tolerar. Y menos si son los déspotas e imperialistas los que causan tanto daño. Si mi pequeño esfuerzo sirve para que al menos la vida misma se prolongue, entonces bienvenido sea. Estoy seguro que somos muchos los que queremos hacer de este mundo uno mejor.

Túnez me había sorprendido de la mejor manera. Nunca se me había cruzado por la cabeza antes de empezar este viaje conocer a tanta gente y moverme con la naturalidad con la que me manejé. El viaje que hice a Marruecos unos años atrás me dio la experiencia y la seguridad necesaria para moverme en un territorio con una cultura e idiosincrasia tan distinta. No sé si me hubiera mandado solo sin tener esa experiencia en la mochila.

Marruecos es más salvaje y está menos preparado para el viajero. Me transmitió una realidad más cruda y distinta a lo que fueron mis primeros viajes por Europa. Túnez goza de una política más estable y de un circuito turístico más preparado. Los vendedores no te agobian demasiado y en la calle no tenés que andar con todas las luces prendidas por temor a que te timen o te quieran sacar algo por la espalda. A diferencia de Marruecos, es muy difícil que alguien se acerque para venderte drogas ya que está totalmente prohibido. Recomiendan no aceptar nada de nadie, ya que los mismos que te venden son los que después le avisan a la policía. Y si te agarran con algo, fuiste. En las dos semanas que estuve girando sólo tres personas me ofrecieron un poco de hachís.

Marruecos fue el viaje que más me marcó hasta el día de hoy. Con su crudeza, mas el aporte de la gente que influyó directamente en mi travesía, me regaló algo más allá que la tremenda posibilidad de conocer algo tan distinto: marcó un nuevo punto de partida a lo que busco como viajero perenne. Túnez fue la confirmación de lo que quiero lograr: moverme sin ataduras y sumergirme lo más adentro de la cultura posible.

Friday, May 11, 2007

Midnight Express Tales


Tras unos tres días ininterrumpidos de viaje finalmente llegamos a Estambul. El tren nos dejó en la estación principal de la ciudad y al salir unos cuantos hombres nos esperaban ansiosos revoleando folletos ofreciendo habitaciones a bajo costo. La verdad que no teníamos ganas de discutir el precio con nadie y sobre todo yo estaba dispuesto a agarrar lo que fuera. Estábamos sucios y cansados y nos decidimos rápidamente por un bonito cuarto con aire acondicionado y desayuno incluido a sólo quince euros la noche. Nos subimos a su taxi y tras varias vueltas por el Sultanhmet deseando que nos lleve al destino pactado nos acomodamos en la habitación.

Estambul es una ciudad asombrosa. Caótica, colmada de taxis amarillos que serpentean peligrosamente las miles de arterias que se cruzan formando un laberinto difícil de sortear. Mujeres completamente vestidas de negro tapan sus caras con largos velos, dejando ver sólo sus ojos, grandes, que se pierden en una dulce y firme mirada. El contraste es muy fuerte, no es difícil caminar al lado de mujeres vestidas a la europea, mostrando orgullosas sus ombligos agujereados por aros y bolas de colores. Todo esto bajo la atenta mirada de los hombres, sorprendidos por el vertiginoso cambio cultural que su ciudad ha ido experimentando a lo largo de estos últimos años. Es realmente una urbe muy heterogénea, vendedores ambulantes venden sus anillos y collares sentados sobre alfombras de colores desgastadas al pie de una agencia de autos último modelo.

Afortunadamente no pierde su esencia y conserva todo ese encanto que hizo que fuera una parada obligada para la ruta Hippie europea de los años setenta. Antiguos bazares como el Bazar Egipcio donde venden cualquier tipo de especias, te de hierbas, medicinas milagrosas, frutas y quesos. Los dulces aromas a jengibre y azafrán te llevan por los pasadizos donde señoras y vendedores se cruzan en una frenética discusión por el precio justo. Si lo que queres es comprar alfombras trabajadas a mano, almohadones, velas, cualquier tipo de artesanía lo conseguís en el Gran Bazar, el mercado por excelencia de la ciudad antigua, donde regatear es la única manera de conseguir un buen precio. A diferencia de los países del Norte de África, los vendedores no te están todo el tiempo encima. Eso te brinda cierta tranquilidad para elegir lo que realmente te interesa y no perder el tiempo explicando por qué no te gusta lo que te obligan a comprar. Es bastante normal que durante la transacción te ofrezcan una tacita de té.

La ciudad esta dividida en dos partes por el Mar del Bósforo y conectada por varios puentes e infinidad de lanchas colectivas que por un euro te llevan a todos los pequeños puertos de la ciudad. De un lado se encuentra la parte Europea, el área del Sultanhmet, y del otro lado la parte Asiática, la periferia de la ciudad. Pasamos los primeros días explorando el lado Europeo, donde se encuentran las mayores atracciones turísticas como la Mequita Azul y la Santa Sofía.

La Santa Sofía fue naturalmente construida como una iglesia durante el Imperio Romano de Oriente. Tras la Reconquista Turca ésta se convirtió en una Mezquita para pasar a ser hoy día un museo, cobrando una surrealista entrada de quince euros. Comparado con otras atracciones y museos de las principales ciudades Europeas no es muy caro, pero por quince euros en Estambul cenas en la terraza de un excelente restaurant con vistas al Bósforo y dándole la espalda a la Mezquita Azul.

La Mezquita Azul, llamada así por el color que predomina en sus mosaicos finamente detallados a lo largo de todo su cuerpo, fue la respuesta del Sultán Hamet a la Santa Sofía, construida unos quinientos años atrás. Fue la primera vez que tuve la suerte de ingresar a una mezquita, ya que en los países árabes del Norte de África el no musulmán tiene prohibido el ingreso a ellas. Las mujeres rezan tapadas por grandes cortinas negras en la parte trasera, mientras que los hombres rezan libremente delante de sus mujeres. Están completamente alfombradas y para ingresar es obligatorio sacarte las zapatillas y las mujeres deben vestir velos que les cubran los hombros. Fue una gran sensación la de pisar descalzo por primera vez una mezquita y sentir la calidez de sus tapices.

Arquitectónicamente la ciudad es hermosa, las casas de madera están pintadas con disímiles colores formando un arco iris tridimensional, muchas de ellas inclinadas hacia un costado a punto de derrumbarse al estilo Big Fish de Tim Burton. Las calles se mecen una y otra vez, partiendo desde un callejón sin salida y saliendo por otro punto completamente abierto e iluminado por el sereno atardecer oriental. A lo lejos y a lo largo de toda la ciudad, las Mezquitas juegan con la silueta irregular de los minaretes, y se pierden con el incesante destello del Bósforo, que como un cristal proyecta sus brazos largos y azules sobre toda la costa, pintando así un gran cuadro expresionista que se graba en la retina de los que caminan orgullosos de formar parte de una misma historia.

Los cafés abundan por toda la ciudad, la gran mayoría decorados con majestuoso minimalismo, donde sólo unas alfombras sobre el piso sirven como asientos. Los camareros te pasan casi por encima, malabareando con maestría sus bandejas llenas de tacitas humeantes y terrones de azúcar.

Es un buen momento para parar y escribir postales. Fumar tabaco de manzana y terminar de leer un libro.

El Expreso de Oriente
Llama,
Late y
Se respira.

Te invade con sus olores
Y te traslada
Bajo un espesa
Bocanada de
Humo.

El lado Asiático refleja una realidad mas auténtica de la ciudad, lejos de las grandes multinacionales y las hordas de turistas luchando por conseguir una entrada para la Santa Sofía.

Cruzamos caminando el puente principal de la ciudad mientras humildes pescadores revoleaban sus frágiles cañas de madera lo más lejos posible. Niños descalzos trataban de vendernos relojes baratos contrabandeados en el mercado negro.

Caminamos un rato largo hasta que nos sentamos a comer un bocadillo en una plaza que bordeaba uno de los brazos del Bósforo, mientras tanto un grupo de niños se tiraban al mar desde unas rocas, apurándose a subir para volver a tirarse.

Recorrer el lado Asiático de la ciudad fue como sentarse a mirar detenidamente un cuadro de Jackson Pollock: detrás de todo ese violento y desordenado caos existe una meticulosa y desesperante belleza. Afirmarles que éramos los únicos viajeros por ahí es decirles la verdad. Mejor aún, un nuevo mundo se abría ante nosotros y la verdad que no lo queríamos compartir con nadie. Algo distinto: el combustible que mejor se adapta a la curiosidad del viajero.

Salirse del circuito general de una ciudad, especialmente de las ciudades consideradas exóticas por su gente, sus olores y sus costumbres, es una decisión que no todos llegan a tomar. Algunos se sienten más seguros y a gusto bajo la tutela de un guía, o simplemente el estar rodeados de otros turistas también les brinda cierta confianza.

Encontrarse caminado por lugares donde sentís que no perteneces y donde los ojos de todos se clavan en uno forma parte de una cadena mística de sensaciones que te atrapa y hace que ese combustible nunca se agote. Cruzar unas palabras con un vendedor de sandías, respetar el silencio en una Mezquita, devolverle la pelota a un niño, comprar una botella de agua, estirar las piernas en un banco. Sentirte parte del ambiente que te rodea y adoptar sus costumbres por más extrañas y arcaicas que te resulten. El más mínimo esfuerzo será totalmente recompensado con algo tan simple como una sonrisa o un saludo. Respetar, siempre.

Nos subimos a una lancha colectiva y nos dirigimos a un punto más oriental de la ciudad. Mientras más nos alejábamos del centro histórico de Estambul más nos metíamos en el corazón de la misma. Los carteles, que anteriormente te guiaban en inglés y alemán ahora pasaron a indicarnos sólo en su idioma original, orgullosos y soberbios señalizando quién sabe que cosa. La vestimenta de la gente tomó un color más conservador, saturando nuestra vista con tonos grises y oscuros. Las tapas de las botellas diseñaban un perfecto collage con papelitos, cáscaras de naranja y botellas en el suelo.

Caminamos durante buen rato, no me acuerdo, quizás fueron algunas tres o cuatro horas. El sol se hacía sentir y de a ratos descansábamos bajo la sombra de un árbol para refrescarnos o fumar un cigarrillo. Algunos vendedores aprovechaban nuestro descanso para vendernos algo.

El sol ya se empezaba a esconder y con él también la gente. Las calles nos regalaron protagonismo y el ruido de nuestros zapatos nos hizo saber que era hora de volver al hostal a recoger las mochilas.

Llegamos al Sultanhmet justo para cenar. Pedimos un plato de cordero con yogurt natural y salsa de tomate para compartir y unas cervezas para bajarlo.

El expreso de medianoche nos esperaba para llevarnos a Canakkale, próximo destino.

Pero esa es otra historia.


Foto: Estambul, Sultanhmet, Sal.

Sunday, April 29, 2007

Remembering


During the time I spent abroad
I fulfilled my back to back
Dreams,
Freedom is not something
You get in the streets,
Money pocket comes and goes
But integrity
Won’t.

I get emotionally intense whilst
Looking through a window,
It doesn’t matter how far it’ll take
To get there,
It doesn’t matter how dark it’ll be
When I get there,
It doesn’t matter at all,
Why should it?

I never ask myself so many questions,
Of course I’m in constant
Communication with my other
self,
But now I can sleep,
And rest smoothly
In my dreams.

I dream a lot, you know?
And I recall
Every single one of them,
But I'm afraid to write them down,
I feel like I’ll be stealing something
Gracious,
And never able to
give it back
Again.

I look at my wall full covered
With post cards,
I listen to Dylan and I find that
There’s a guy with something to say,
I walk the streets
Up an down,
The multicultural colours overwhelms me
With a satisfying glimpse in my eyes.

And in the morning when I wake up
And go to work,
Tangled up in Blue flows through the headphones,
it feels
great.


Capel St 29/04/07
Pic: Enrico D'Andrea - 145 Mountjoy Square


Thursday, April 19, 2007

Blue Sessions


La mayoría de las veces entro en pánico cuando veo una hoja en blanco. Me cuesta llenarlas de palabras que formen algo coherente e interesante para quien esté del otro lado leyéndolas. Cuando estoy caminando por la calle, o viajando en bus, mi cabeza germina un montón de ideas que después, cuando estoy sentado frente al monitor no puedo desglosar. Creo que el problema radica en que leo bastante: libros, revistas, blogs, periódicos, y lo único que pienso, con gran susceptibilidad, es en imitar estilos. Todavía no encontré mi verdadera voz. Cuando leo todas esas genialidades que todo el mundo escribe menos yo, lo único que me queda es una sensación de vació cuando leo algo mío. Entonces es cuestión de borrar y empezar de nuevo. Y así comienza un círculo maldito.

No es que no haya vivido lo suficiente. No hay ningún tipo de parámetro para eso. Creo que mi vida en los últimos años ha tomado un camino más que interesante y lleno de sorpresas. Entonces por qué no escribir sobre eso? Debería ser sencillo, uno escribe de lo que sabe y de lo que alguna vez ha experimentado. Estoy totalmente convencido que no hay profesión mas honesta que la del Escritor. Se escribe con el corazón. Se sufre, entonces: Por que no existe una comunicación más fluida entre mi corazón y mi cabeza? Quizás la respuesta esté donde nunca la he buscado.

Me gusta leer a Gregory Corso. Y a Alejandro Dumas. A Baudelaire, Dylan y Bukowski. Jack Kerouac, Truman Capote y J.D. Salinger. A Hunter S. Thompson, Aldous Huxley y George Orwell. Genet, Cocteau y Rimbaud. Allen Ginsberg, Henry Miller y Ernest Hemingway. A Cortázar, Pérez-Reverte y Neruda. Paul Auster, Paul Bowles y Hanif Kureshi. Poe, Kesey y Murakami. Ray Bradbury, Milton y Burroughs. Snider, Whitman y Yeats.
Hesse, Nabokov y Arthur Miller.

No estaré sufriendo lo suficiente. Tampoco creo tener que llegar a tales extremos y entonces bajo el manto delicado del delirio o del hambre llegar a escribir una rapsodia con el alma. Leer es una actividad que me ocupa una buena parte del día, y no se de otro momento donde me sienta en acojonante armonía. Pero a la vez me deprime la sensación que me deja terminar de leer un pasaje y creer que jamás voy a lograr algo así.

Thursday, April 12, 2007

Impresiones Suecas


Bueno ya estamos de vuelta en Dublin y hoy laburando. Llegamos ayer a las once y media de la noche en medio de un caos general en el aeropuerto. Entre que agarramos las mochilas y llegamos a casa nos acostamos a la una y media.

Llegamos a Estocolmo a las once de la noche del Jueves con un frio increible en uno de los aeropuertos mas pequenos de Europa. Solo aterrizan vuelos de Ryanair. Para llegar a la ciudad nos tomamos un bus que nos costo 25 euros ida y vuelta, te pueden cobrar lo que quieren porque es la unica manera directa para llegar. Si bien el pasaje no nos costo nada siempre hay q considerar esos gastos extras. El bus nos dejo en la Terminal de trenes y buses de la ciudad, el hostel quedaba a unas pocas cuadras.

Nos levantamos temprano para irnos a otro hostel que habiamos reservado. Este quedaba mucho mas lejos de la ciudad asi q fuimos en metro por las mochilas. El hostel era una antigua prision estatal totalmente reciclada conservando el minimalismo de las celdas antiguas. Ahi dormimos en una celda con dos camas en plan marineras y bano propio, nos costo cerca de 35 la noche.

Dejamos las mochilas y nos fuimos caminando hacia el centro de la ciudad. Una caminata de media hora bordeando el Baltico con infinidad de barcos, botes, "Bostels" (barcos-hoteles) y esquivando a manadas de suecos corriendo por ahi.

Primero nos centramos en el Old Town de Estocolmo que se desparrama sobre una pequena isla que conecta con las otras dos grandes islas de la ciudad. En total habran una infinidad de islitas todas conectadas por puentes donde siempre hay lugar para sacar una buena foto. La parte antigua sigue la regla a la perfeccion como en cualquier otra gran ciudad europea: construcciones antiguas, calles empedradas, museos de primer nivel (y caros como la ostia) como el de los Premios Nobel y de la Corona, plazas ladeadas por cafetines y restos, y un Palacio monumental considerado como uno de los mas grandes de Europa, que tambien sirve como morada invernal para la Familia Real. El color arquitectonico muy similar al ocre Romano o al de los pueblos que bordean al Lago Maggiore al norte de Milan. Las calles suben y bajan y se pierden y desembocan sobre el mar. Comer por ahi es casi imposible para un mochilero, al menos que compres fiambre y un poco de pan en algun supermercado y comas afuera bajo el frio artico, practicamente a lo que recurrimos a lo largo de estos dias.

No es barato moverse por ahi y a mi me resulto mas cara que Londres y Paris. Teniendo en cuenta el perfecto modelo socialista que pregona el pais, con una educacion y salud de primer nivel gratis para todos sus habitantes, pero a razon de una quita del 60% del sueldo. Los museos que hasta el año pasado eran gratis hoy cobran entre ocho y doce euros la entrada. Una botella chica de agua en un kiosco cuesta dos euros, y un viaje de dos horas ida y vuelta en bus, unos cuarenta euros. La habitacion mas barata en un hostel compartida con quince personas mas cuesta unos veinticuatro euros.

La ciudad es bastante grande pero tambien es posible caminarla de una punta a la otra. El metro solo lo usamos tres veces: para movernos con las mochilas y una noche que hacia demasiado frio para volverse caminando. No valia la pena gastar guita en eso. Creo que no nos perdimos de nada porque no paramos un segundo, solo para meternos en un cafe para tomar algo y abrigarnos. Un sueco que atendia un negocio de antiguedades en un pueblo al norte de Estocolmo nos dijo que al mes de Abril se lo conoce como "Crazy April" (seguro que en el idioma original tendria otro apelativo mas lirico), los dias pueden estar soleados pero a la vez puede nevar y asi nos paso. En las terrazas de los cafes te dan frazadas para que puedas seguir disfrutando del paisaje o ver la gente pasar.

En algunos aspectos le encontramos un gran parecido a otras ciudades como por ejemplo Praga y Berlin: "monumental" con sus catedrales, palacios y plazas amplias, y bien marcada por el clima que la domina. Las iglesias nos sorprendieron muchisimo, la mayoria de ellas mas austeras y sobrias que las apostolica romanas pero aun asi de gran atractivo y con el plus de estar muy bien aclimatadas. Se puede decir que estan en un sano punto medio entre las desesperantes iglesias suizo-germanas y las arrogantes iglesias latinas.

Dos dias nos alcanzo para recorrer lo mas importante de la ciudad. La idea antes de partir era hacer una escapada a Gotland, una isla tres horas en ferry pero no fue posible porque solo se puede ir en Verano. Asi q nos tomamos un bus a Gavle, un pueblo de diez mil habitantes a dos horas al norte de Estocolmo.

En la guia aparecia como un punto atractivo pero lo unico que rescatamos fue la tambien Old Town que se ocultaba detras de un canal. Un pueblo de setecientos anos que sufrio la perdida de mas de la mitad de la ciudad vieja en el siglo XVIII por un incendio que se origino en una panaderia. Lo que quedo fue un pequeno conjunto de casas antiguas de madera pintadas de varios colores, sobre todo amarillo y bordo, y algunas tiendas de antiguedades. Volvimos ese mismo dia a Estocolmo para dormir.
Ayer nos levantamos tarde, y relajados dimos otra gran vuelta por la ciudad en busca de los origines maternos de Vicky pero no pudimos encontrar ese bar "Ryberg" que nos habian dicho, pero compramos souvenirs y mandamos postales.

Sunday, February 25, 2007

Tunez Dixit Vol. IV


Luego de pasar una larga y tediosa espera en la aduana para que me permitieran entrar, me encontré con la típica bueno-que-carajo-hago-ahora situación de viajero cuando llegas a alguna terminal que no conoces. Como de costumbre la oficina de Turismo estaba cerrada, nunca están cuando uno los necesita. Había decidido quedarme un par de días en Túnez, la capital, así que busqué un hostal en la guía que estuviera dentro del casco antiguo, también conocido como las Medinas. Elegí un albergue de la conocida cadena HI - Hostelling International - popular entre mochileros por ser de los más baratos, con desayuno incluido y más importante aún por ser limpios. También es un buen lugar para conocer a otros mochileros e intercambiar información sobre los lugares que hayamos visitado.

Tomé un taxi en el aeropuerto, el trayecto no es largo y solo cuesta tres dinares (1,2 euros) al centro de la ciudad. El sol picaba fuerte y no me apetecía de movida meterme en un transporte público. Una de las cosas que me sorprendieron a lo largo de todo el viaje fue la poca cantidad de semáforos que hay en la calle. Como en Marruecos, debe ser una constante en los países árabes. O quizás a todo el mundo le guste cruzar por el medio de la autopista poniendo en riesgo su vida, y por ende la mía también, en una de las peores sociedades de conductores que existe en el planeta. El taxi obviamente resultó más caro de lo esperado. Le pagué al chofer dándole a entender que ya conocía el procedimiento. Pero no tenía ganas de pelearme con nadie apenas llegar, solo quería llegar al hostal para dejar la mochila y empezar a recorrer.

El taxi me dejó a unas cuadras de la Porte da France, arco que data del sigo XVI y abre la puerta a un mundo que poco ha cambiado en cientos de años. Dos caminos en direcciones opuestas, rodeados de animados negocios y viejas construcciones dilatadas por el tiempo, sirven como entrada a la Medina. Pregunté como llegar al hostal, nadie parecía conocerlo pero me dijeron que llegaría tomando el camino de la derecha. Este subía recto hacia arriba, dentro del corazón del casco antiguo. Una densa marea de personas dificultaba mi pesada caminata. Los vendedores a puro grito ofrecían sus mercancías, otros se disputaban el precio de un par de babuchas con unos turistas. Las radios encendidas a tope musicalizaban el trayecto hacia el hostal mientras trataba de no tropezar con otros peatones. El camino no resultó tan largo, y por suerte un cartel apostado sobre una pared indicaba el hostal que estaba buscando.

La habitación me costó ocho dinares por noche con desayuno incluido. Me tocó compartirla con un Argelino que estaba de vacaciones en Túnez. En otra habitación dormían tres Senegaleses estudiantes de Informática, y en la última habitación ocupada, una Noruega estudiante de Antropología que estaba en la capital haciendo una práctica sobre el uso de la lengua francesa en Túnez. Ninguno había viajado por el país así que no pude sacarles mucha información. Atef, el simpático y curioso tunecino que atendía el hostal fue el que mejor me aconsejó. Dejé la mochila en la habitación, me puse unas bermudas y salí decidido a aventurarme dentro de la Medina. La Medina cuenta con dos calles principales donde se encuentran los zouqs: los mercados donde turistas y tunecinos se mezclan para hacer las compras. Los turistas generalmente no se mueven mas allá del radio de los zouqs, quizás por temor a perderse en los cientos de callecitas que forman el casco antiguo. Pero lo más lindo es salirse de ese circuito y mezclarse con la gente que todavía vive ahí dentro. Los mercados son más baratos y los cafés más auténticos sirviendo las mejores cachimbas.

La cultura de café está muy desarrollada, gracias a la huella que dejaron sus antiguos colonizadores. En cualquier café de Túnez te vas a encontrar con un gran número de hombres ocupando la mayoría de las mesas. Las mujeres no pueden entrar a ellos, está mal visto y totalmente prohibido, al menos que seas turista. La gran mayoría se la pasan fumando a través de una manguera con forma de serpiente, ésta conectada a una pipa de agua de cristal. Se llaman sheeshas, conocidas también como cachimbas en Marruecos y narguiles en la India. Los sabores abarcan una gran variedad desde frutales como durazno, pera y manzana (mi preferido), y tabacos fuertes y muy amargos que solo ellos pueden fumar. Es bastante adictiva y te deja un dulce sabor en la boca. Se suele acompañarla con un café o con un té de menta. No pasó un sólo día sin que me sentara en algún café al atardecer para descansar, fumar tabaco de manzana y escuchar la ultima llamada al rezo.

En la segunda semana del viaje me tocó vivir y padecer el duro régimen del mes de Ramadán. El horario de la sheesha se tuvo que dilatar para cuando ya caía la noche. Cuando el sol se desmoronaba y teñía el cielo de un tinte anaranjado, un bombazo proveniente de una mezquita señalaba el fin de la jornada de ayuno. Entonces los cafés se animaban más que nunca y encontrar una mesa era más difícil de lo habitual.

Como cada gran ciudad en los países árabes, estas están divididas en las Ville Nouvelle y las Medinas. La Ville Nouvelle de Tunis no tuvo mucho para ofrecer. Un par de catedrales construidas durante la colonización francesa, y un museo, el Bardo, que se caracteriza por tener la mayor cantidad de mosaicos romanos en el mundo. Los romanos no solo sembraron el pánico sobre las pobres aldeas bereberes, sino que también construyeron grandes obras de ingeniería como caminos, acueductos y arenas donde se destaca la Arena del Jema, mejor conservada que el propio Coliseo Romano. El metro que recorre la ciudad es mas bien un tranvía, si bien corre por debajo de la tierra algunos kilómetros en su gran mayoría navega por arriba. Unas cinco líneas se dividen el recorrido. El número cuatro me dejó en la estación cerca del museo del Bardo.

Cuando volví del museo le pregunté a una pareja tunecina la dirección que debía tomar para que me dejara en Av. Republique, en el centro de la ciudad. Me dijeron que estaba del lado correcto del andén y que ellos también se dirigían hacia allá. Me quedé junto a ellos y esperamos a que viniera el metro. Charlamos, haciendo primero las preguntas de rigor y ellos escuchaban sorprendidos el periplo de ciudades que me llevaron hasta Túnez. Nunca habían salido del país y se morían por conocer la Bella Italia, caminar por Vía del Foro y pasear en una góndola por los canales de Venecia. Les comenté que Roma iba a ser la próxima ciudad en la cual me iba a instalar así que los invité a que vinieran a visitarme cuando quisieran.

Los dos son estudiantes, Imtiez de veintitrés estudia Geografía en la Universidad Tecnológica de Túnez y Zaineb, también de veintitrés, estudia Economía en la misma universidad. Hace un año y cuatro meses que salen y se los veía bastante bien juntos. Me invitaron a conocer su Universidad, acepté alegremente y nos bajamos en la siguiente estación. Dimos una vuelta por su Uni y tomamos una coca en un café estudiantil a unas pocas cuadras. Nos comunicábamos en ingles, especialmente Zaineb que lo hablaba realmente bien. Pegamos buena onda y quedamos en vernos al día siguiente para dar una vuelta por la ciudad.

Thursday, February 08, 2007

Lo que se llama jugar

Its incredible how words
can make someone smile,
it is in that honesty
where I ask myself
wether are we walkin'
the same way or
we just want to fuck it up,

Its remarkable that tiny bits
of ink
shows us what life seems to be:
a new born child,
a suicide note,
a bridge over a majestic waterfall,
a needle in a vein,
a candle in the night,

Show me the meaning
and Ill show you the way,
Ill follow you wherever you want me to,
Ill undress myself before you,
and naked
cry
and whisper
how much I love you,

I hope you'll get the message,
its not that dark
and you wont have to read
between lines,
I'll wait for you
wether in this side
or the other
one,

Its better to burn out,
than slowly
fade
away.

Monday, January 22, 2007

De Cartinas



Es la una y media de la tarde, llevo la capucha de un buzo bordo puesta en la cabeza, un cigarrillo prendido se consume a la izquierda del portátil. El frió boreal entra por una de las ventanas abiertas del living de casa. El correo llegó temprano hoy, unas postales de amigos viajeros hicieron de la mañana algo distinto. Dos para mí, y una para Victoria.

Las pegué en la pared con las demás. A mis amigos que ocasionalmente y a los que asiduamente leen el blog les digo que manden o sigan mandando postales, de verdad me hace muy feliz saber por donde están y que están haciendo de su vida. Es una forma de mantenernos comunicados y de seguir alimentando una pasión que en algún momento nos juntó y que nos sigue uniendo a pesar del distanciamiento físico.


Una postal a mil correos electrónicos. Una poesía a diez oraciones banales. Una historia a una respuesta sin ganas.



Monday, January 15, 2007

Dublin City Jazz Session


Vol. V

The other evening we introduced ourselves
in the cold winter night,
Temple Bar was the scenario,
dark and powerful,
a tiny crowd listened our pains
and sorrows,
street people was the audience,
more than I’ve expected.

My friend in the guitar arranged
this beautiful and apocalyptical rhythm
to follow my poetry,
chemistry was there man,
I’m sure ‘bout it,
I was hot and tempered
with the sensation that I belonged there,
with my mic and my poem
in the other hand,
shaking my soul
to the naked crowd.

As I was reading and rattling
my bones,
a hammered negro lady came
at the scenario
smiling white and deeply
presented her twisted state
of mind,
she sang and laughed
and screamed
gaelic rambles,
the music of the streets,
the outskirts,
the margined story telling of the
damned and crazy,
the naked words of a candle
that’ll never
fade away.

Everybody was hanging out,
glass eyed junkies half smiling
half rediscovering
forgotten feelings,
now fearless to cry out loud
unselfish secrets,
provocative slang images
from laughter
born in their holiest
guts.

Well we were up all night
high with life,
wine bottles in plastic cups
warmed the spirit,
that night sold me
the idea
that for a while
I could pretend to be that someone
I've always dream
to be,

And to be honest,
I was never able to
sleep again.


Capel Street 09/01/07

Picture: Ha'Penny Bridge.

Saturday, January 06, 2007

Dublin City Jazz Session


Vol. IV

Look for me and
You’ll find me
Where the boroughs
have no name,
Where the roads are sinuous and
Follow a non direction sign,
Where the stars collapse at
the break of dawn,
Where the ocean meets the land and
breaks in a furious wave,
Where a man is no man but a
forgotten smile,
Where the grape melts down
in the warm of a belly,
Where the river flows and
tracks down the pebbles of mankind,
Where she moans and cries and
breathes in a white silk bed,
Where the ticket is torn
in a one way go,
Where the dark strikes in a
warm Saharan night,
Where the old man fights for his life in a
nuthin’ to win chess match with Lady Death,
Where the sun turns red and blue and green and pink
when in agony gasps for a last beaten breath,
Where the poet suffers for love and
feels desperate alone,
Where the city forgets its past, present and future
but opens it heart for the delirious of life,
Where the drunk drinks the last drop of beer and
pretends is the last one
Where the beat weeps
understanding the beautiful side of life,

I’ll be there watching,
Writing,
Understanding and by no means
Underestimating,
So if you want to pick me up
Just follow the beaten
path.

Temple Bar, 19/12/06

Picture: Dart Railway over the Liffey River.


Friday, January 05, 2007

Dublin City Jazz Session


Vol. III

I stare at the dim yellow walls
Of my room,
Street noise coming from
The open windows,
A sudden chill runs
Through my spine
Feel cold
And desperate
Alone,

Maybe I should try closing
The windows
But I don’t wanna,
I like to hear the sound of
Car breaks,
People shouting nonsense screams
And old ladies selling
Vegetables for the pack,

Victorian neighbor flats
Stay put in front of me,
Grey pebbled bricks rise from
The colored stores ground floor,
Open and bright windows in the
Cold of the nigh
Rise the light that shines
In my eyes,

Hush’s the wind that hardens
The depth of winter,
I better close those tiles
And shut that window,
Tomorrow’s another day
Where clouds and fog
Will meet again,
Like two lovers afraid
To die in solitude.

Capel Street, 17/12/06

Picture: The Spire.