"Dejamos la ciudad para ir a su casa, a una hora combinando dos buses desde Bizerta. Imtiez vive en un pequeño pueblo humilde, que reposa tranquilo sobre kilómetros de llanura dominada por verdes olivos y casas de rojo ladrillo.
Llegamos a su casa y la madre nos esperaba sentada sobre la galería del patio interno. Una mujer de unos cuarenta y cinco años que aparentaba algunos más, de ojos color nuez y suave sonrisa. Nos presentaron y con su mano indicó donde debería sentarme. Mientras conversábamos preparaba una mermelada de higos para la mañana en el desayuno. El otro hermano y el padre llegaron juntos un rato antes de la cena. El jefe de familia me sorprendió con una gran sonrisa y un fuerte apretón de manos. Salimos a dar una vuelta por el pueblo y todos se acercaron a saludarme y preguntar de donde venia.
Una niña que apenas caminaba me tomó cariño y con un gesto pidió que la subiera a mis hombros. Casi toda su familia vive en el mismo pueblo. Caras castigadas por el laburo de campo diario, pero honestas y de risa fácil. Están lejos de todo y no parecen enterarse. No les hace falta, nacen y mueren en el mismo lugar. Los valores y las tradiciones se forman a través de la familia, que suelen ser muy numerosas e integrada por varios clanes. Siempre es lo primero y luego existen. Les une una relación simbiótica, lo que le pasa a uno lo siente el otro. Y así se manejan, así se comunican y así viven"
Llegamos a su casa y la madre nos esperaba sentada sobre la galería del patio interno. Una mujer de unos cuarenta y cinco años que aparentaba algunos más, de ojos color nuez y suave sonrisa. Nos presentaron y con su mano indicó donde debería sentarme. Mientras conversábamos preparaba una mermelada de higos para la mañana en el desayuno. El otro hermano y el padre llegaron juntos un rato antes de la cena. El jefe de familia me sorprendió con una gran sonrisa y un fuerte apretón de manos. Salimos a dar una vuelta por el pueblo y todos se acercaron a saludarme y preguntar de donde venia.
Una niña que apenas caminaba me tomó cariño y con un gesto pidió que la subiera a mis hombros. Casi toda su familia vive en el mismo pueblo. Caras castigadas por el laburo de campo diario, pero honestas y de risa fácil. Están lejos de todo y no parecen enterarse. No les hace falta, nacen y mueren en el mismo lugar. Los valores y las tradiciones se forman a través de la familia, que suelen ser muy numerosas e integrada por varios clanes. Siempre es lo primero y luego existen. Les une una relación simbiótica, lo que le pasa a uno lo siente el otro. Y así se manejan, así se comunican y así viven"
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