Monday, November 06, 2006

Filosofia Barata y Soldaditos de Plomo


No estaremos perdiendo el tiempo con tanto letargo en nuestras vidas? No estaremos creyendo demasiado que todavía tenemos tiempo para equivocarnos y prolongar así, nuestras verdaderas tareas para los cuales fuimos formados y educados? Es tan difícil hacer lo que realmente queremos hacer en nuestra vida?

Me imagino toda una vida en la carretera. Conociendo nuevos lugares, nuevos colegas y nuevas rutas. De verdad que me siento a pleno cuando llego a una terminal nueva que no conozco. Esa excitación de no saber por donde empezar y a donde querer llegar. Quizás sea cuestión de aprovechar nuestra curiosidad. Una curiosidad que nace desde lo mas puro que considero tener. Una curiosidad que nos regala cierto paréntesis en una vida real llena de responsabilidades y ambiciones. Ambiciones que no proyecto en mi vida, por lo menos las ambiciones que todo el mundo espera que tenga. No soy un tipo ambicioso, y esta afirmación me ha causado varios entredichos con mis colegas más cercanos.

No pido mas cosas que un viaje en vista en pocos meses o la mera sensación de libertad que me acompaña siempre cada vez que decido volar y emigrar a nuevos parajes. No concibo la idea de estar en mi ciudad natal por tiempo indefinido. Me asusta, me torna molesto e inbancable para quienes me rodean. Pero no lo busco de esa manera, no se, será cuestión de una conflictiva personalidad que no me permite relacionar con la gente que más me quiere y se preocupa por mi. Encuentro mi refugio justamente estando lejos de toda esta gente. La tranquilidad para moverme como quiera, para que nadie me diga lo que tenga que hacer, y en definitiva estar en paz conmigo mismo. Si para estar bien con los que más se interesan por mí significa que tenga que estar lejos de ellos, algo tendrá que ver.

Realmente no me pongo a pensar profundamente en ello, quizás por un torcido mecanismo de defensa que me lo impide. Pero no lo puedo evitar, así me sale, y lo tomo como a una de las cosas más naturales de mi personalidad. No soy un tipo conflictivo per se, tengo mis momentos de ira y egoísmo que marcan un poco mi compleja idiosincrasia. Pero cuando me siento un poco asfixiado una luz que se prende en mi cabeza me avisa que es momento de armar la mochila y respirar nuevos aires, aires que no encuentro en los denominados buenos.

El mañana para el viajero es bastante efímero. No nos importa demasiado. En realidad tratamos de buscar una existencia que nos ofrezca un futuro incierto y a la vez excitante. Algo como no saber cuando será la próxima vez que dejemos una mochila para que repose, tranquila, debajo de una cama por algunos meses. Acomodarnos a cierta rutina que no tiene nada de rutina, porque en definitiva, estar en la carretera es experimentar constantemente nuevos intercambios culturales y emocionales. El factor tiempo en la vida de un viajero es el que marca el tempo. Porque pasa volando. Los últimos cuatro años de mi vida, que coincidieron con mis días en la carretera, pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Muchas cosas en tan poco tiempo.

En este momento de mi vida llevo cinco meses sin interrupción en armar y desarmar mochilas. De bañarme en baños compartidos, dormir en habitaciones compartidas o ni siquiera dormir en camas de verdad, reemplazándolo por unos almohadones que sirvan de colchón. No voy a decir que es lo que más me gusta porque existe cierto orden al que me subordino e involuntariamente busco. Pero el trajín que llevo a cuestas me está agotando. Otra faceta del viajero es la lucha constante contra el agotamiento físico. De verdad deseo tener una habitación propia que me permita tener cierta privacidad y ordenar un poco las cosas en la cabeza. No suelo hacer balances, no creo en eso. Creo que una persona toma decisiones teniendo en cuenta todos los pros y contras. Creo en el libre albedrío. Creo también que un destino nos lleva silenciosamente por donde más le conviene. Creo en equivocarme, y tomar la carretera más oscura y peligrosa.

Me veo viviendo donde las barrios no tienen nombre. Donde los caminos no están señalizados. Donde uno elige cuando parar, comer y dormir. Donde uno es uno y no uno más en un utópico engranaje social. No creo en las sociedades que tienden a clasificar lo más bajo y lo más alto. Es dantesco e insoportable. Temo al caos. Temo al desbarajuste social y a sus apocalípticas consecuencias. Temo a perder todo lo hermoso que hay en el mundo. Temo a no poder recorrerlo. Temo a no llegar a verlo, oírlo, olerlo y sentirlo. A tocarlo, amarlo, odiarlo e idealizarlo. El mundo es hermoso. Y único.


Meina

1 comment:

Milo said...

Caen preguntas en las tardes...
Inquieto, inestable, tranquilo, indefinido...
Y quizàs nada tiene respuesta, y lo sabio es no buscarlas...
O quizàs sea todo otra mentira,
que manipulo para distraerme...
Todo es duda y todo yo, una bùsqueda...
Està mal?
Si averigüàs, avisame...
Abrazo... Esa fue una buena movida de torre, yo creo que amerita... POP!